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¿El próximo gran salto adelante? La combinación de robots con el Internet de las cosas

Actualizado: 17 jun 2022



El Internet de las Cosas es una visión popular de objetos con conexiones a Internet que envían información de un lado a otro para hacer nuestra vida más fácil y cómoda. Está surgiendo en nuestros hogares, a través de todo, desde altavoces controlados por voz hasta sensores de temperatura inteligentes. Para mejorar nuestra forma física, los relojes inteligentes y los Fitbits indican a las aplicaciones en línea cuánto nos movemos. Y en ciudades enteras, los dispositivos interconectados hacen de todo, desde aumentar la eficiencia del transporte hasta la detección de inundaciones.


Paralelamente, los robots se mueven sin cesar fuera de los límites de las líneas de producción. Empiezan a aparecer como guías en centros comerciales y cruceros, por ejemplo. A medida que los precios bajen y la inteligencia artificial (IA) y la tecnología mecánica sigan mejorando, nos acostumbraremos cada vez más a que tomen decisiones independientes en nuestros hogares, calles y lugares de trabajo.


Mejoras en el hogar


Incluso los robots más sencillos resultan útiles cuando se conectan a Internet: reciben información sobre su entorno a través de sensores, por ejemplo, o se enteran del paradero de sus usuarios y del estado de los aparatos cercanos. Esto les permite prestar sus cuerpos, ojos y oídos para dar a un entorno inteligente, que de otro modo sería impersonal, una personalidad fácil de usar. Esto puede ser especialmente útil para las personas mayores o discapacitadas que están en casa.



Recientemente hemos inaugurado un apartamento futurista en la Universidad Heriot-Watt para trabajar en estas posibilidades. Se trata de uno de los pocos lugares de prueba de este tipo que existen en la UE, y nuestro objetivo es centrarnos en las personas con necesidades especiales y en cómo los robots pueden ayudarles interactuando con los dispositivos conectados en un hogar inteligente.


Supongamos que suena un timbre con funciones de vídeo inteligente. Un robot podría encontrar a la persona en la casa accediendo a su ubicación mediante sensores, y luego decirle quién está en la puerta y por qué. O podría ayudar a realizar videollamadas a los miembros de la familia o a un cuidador profesional, incluso permitirles hacer visitas virtuales actuando como plataforma de telepresencia.


Del mismo modo, el robot podría dar la alarma si su usuario parece estar en dificultades.


Por supuesto, los dispositivos de asistencia por voz como Alexa o Google Home pueden ofrecer algunos de los mismos servicios. Pero los robots son mucho mejores a la hora de moverse, detectar e interactuar con su entorno. También pueden involucrar a sus usuarios señalando objetos o actuando de forma más natural, utilizando gestos o expresiones faciales. Estas "habilidades sociales" crean vínculos que son de vital importancia para que los usuarios acepten mejor la asistencia y ésta sea más eficaz.


Robots en el extranjero


Existen oportunidades similares en el mundo empresarial. Las empresas petroleras y de gas están estudiando el Internet de las cosas, por ejemplo, y experimentando con sensores inalámbricos para recoger información como la temperatura, la presión y los niveles de corrosión, con el fin de detectar y posiblemente predecir fallos en sus equipos en alta mar.


En el futuro, los robots podrían recibir alertas de zonas problemáticas mediante sensores para ir a comprobar la integridad de las tuberías y los pozos, y asegurarse de que funcionan de la forma más eficiente y segura posible. O podrían colocar sensores en partes de los equipos de alta mar de difícil acceso, o ayudar a calibrarlos o sustituir sus baterías.


Prueba del robot dron ORCA


ORCA prueba un robot no tripulado. ORCA


Trabajar bajo el agua es especialmente difícil, ya que las ondas de radio no se mueven bien bajo el mar. Los vehículos autónomos y los sensores submarinos suelen comunicarse mediante ondas acústicas, que son mucho más lentas (1.500 metros por segundo frente a los 300 metros por segundo de las ondas de radio). Además, los dispositivos de comunicación acústica son mucho más caros que los que se utilizan por encima del agua.


Este proyecto académico desarrolla una nueva generación de dispositivos de comunicación acústica de bajo coste y trata de hacer más eficientes las redes de sensores submarinos. Debería ayudar a los sensores y a los vehículos autónomos submarinos a hacer más cosas juntos en el futuro: trabajos de reparación y mantenimiento similares a los que ya son posibles en la superficie del agua, además de otras ventajas como ayudar a los vehículos a comunicarse entre sí a distancias más largas y rastrear su ubicación.


Más allá del petróleo y el gas, hay un potencial similar en un sector tras otro. Hay equivalentes en la energía nuclear, por ejemplo, y en la limpieza y el mantenimiento de puentes y edificios. Mis colegas y yo también estamos estudiando las posibilidades en ámbitos como la agricultura, la fabricación, la logística y los residuos.


Sin embargo, en primer lugar, los sectores de investigación en torno a la Internet de las cosas y la robótica deben compartir adecuadamente sus conocimientos y experiencia. A menudo están aislados unos de otros en diferentes campos académicos. Es necesario un mayor esfuerzo para crear una comunidad conjunta, como los talleres dedicados a dicha colaboración que organizamos en el Foro Europeo de Robótica y en la Semana de la IO en 2017.


Necesitamos sistemas que puedan trabajar juntos, en lugar de en aplicaciones aisladas. De este modo, se pueden introducir nuevos y más útiles servicios de forma rápida y eficaz, sin interrumpir los ya existentes. Si somos capaces de resolver estos problemas y unir la robótica y el Internet de las Cosas, esto tiene realmente el potencial de cambiar el mundo.The Conversation

Mauro Dragone, profesor adjunto de robótica cognitiva, sistemas multiagentes, Internet de las cosas, Universidad Heriot-Watt


Fuente: singularityhub.com

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